Este post está hecho reproduciendo un breve fragmento del capítulo de mismo título del libro Una historia del museo en nueve conceptos, de María Dolores Jiménez-Blanco (ISBN: 978-84-376-3321-3. Ed. Cátedra, 2014). Los dos enlaces conducen las mencionadas interesantes escenas de ambas películas.
Unos años antes de mayo de 1968 y de su cuestionamiento de las viejas prácticas sociales asociadas a la cultura, Jean-Luc Godard rodó una escena premonitoria en el filme Bande à part (1965), en la que los protagonistas intentan batir el récord mundial de velocidad atravesando las salas del Museo del Louvre. Resulta significativo que mucho más tarde en 2003, esta escena conservase tanta vigencia como para ser retomada por Bernardo Bertolucci en The Dreamers. La potencial disfuncionalidad de la visita al museo que ambas películas denuncian podía rastrearse, en realidad, en los inicios de la institución en el siglo XVII1, pero se haría especialmente visible en conexión con el fenómeno de las grandes exposiciones blockbuster, concebidas como poderosos acontecimientos más sociales y turísticos que culturales: el mejor ejemplo de lo que Baudrillard describiría como simulacro a propósito de los museos de finales del siglo xx. Lo importante era hacer que el público pasase por el museo, no que se detuviese a admirar las piezas contenidas en él ni, menos aún, que reflexionase sobre ellas o aprendiese de ellas. Lo crucial en estas exposiciones era el número, no la calidad de las visitas (…).