Yo no entiendo muy bien qué es lo que aportan ciertos museos: para ver un firmamento estrellado (como en el caso de los planetarios), yo prefiero irme al monte y ver el cielo de noche.
Efectivamente: la intención educativa del museo contemporáneo se podría entender como una aspiración de «condensar» la experiencia cotidiana de la que gozamos en nuestra vida diaria, y que es tan rica formativamente hablando. No todo el mundo tiene la oportunidad de poder ir a un monte de noche y disponer de esa fabulosa experiencia intelectual entre las propias de su cotidianeidad: por eso precisamente existen los museos.
Así, el lenguaje museográfico en última instancia, pretende ofrecer conocimiento con la misma naturalidad que lo recibimos durante nuestra experiencia vital diaria, recreando aspectos propios de una cotidianeidad de la que quizás algunos disfruten, pero de la que un público amplio de otro modo no podría disponer. Esta intención de aproximar los objetos y las experiencias tangibles a todos aquellos que de otro modo no podrían gozar intelectualmente de ellos durante su experiencia vital, está en el ADN de los museos y los caracteriza desde sus orígenes.
¿Porqué aseguráis que un museo no debe dar información?
No decimos exactamente eso. Decimos que el museo no sólo debe dar información. Por dos motivos: el primero porque hoy ya hay muchas fuentes de información. El segundo porque el museo debe hacer mucho más que sólo impartir información, y eso es contribuir a crear conocimiento.
¿En un museo no se puede uno divertir?
Sí, claro. Pero no debe ser el objetivo de la visita, pues creemos que ya existen muchos medios específicos para la diversión. Sería muy ineficiente dedicar los muchos recursos que requiere un museo a conseguir algo que se puede conseguir con medios mucho más asequibles, y para lo que existen espacios y profesionales 100% especializados. El museo debe aspirar a conseguir algo mucho más ambicioso que divertir, que es seducir. La visita debería transformar al visitante. Si lo consigue, éste se lo pasará bien, obtendrá una satisfacción que algunos pueden llamar diversión.
¿Cuáles son vuestras referencias en educación?
Algunas de ellas:
Libro: Neurociencia para educadores. Todo aquello que los educadores siempre han querido saber sobre el cerebro de sus alumnos y nunca nadie se ha atrevido a explicárselo de manera comprensible y útil. Autor: David Bueno. Ed. Rosa Sensat (notas tomadas durante la lectura de este libro por G. Fernández).
Libro: ¿Cómo aprendemos?. Una aproximación científica al aprendizaje y la enseñanza: Autor: Héctor Ruíz. Ed. Graó.
Colectivo Pedagogías invisibles