Una reflexión: «Lo mejor es enemigo de lo bueno»

Ana Grande, ex Jefa de Comunicación y Educación en el Museu del Ferrocarril de Catalunya.


No sé si sabré definir los sentimientos que me ha provocado la lectura del Manifiesto de El Museo Transformador. De hecho, he tardado bastantes días en ponerme delante del ordenador en ordenar estas palabras. Debo decir que en una primera lectura me pareció que es el camino que deberían recorrer todos los Museos que quieran ser “como es debido”. Pero si los últimos veinticinco años de mi vida laboral yo he sido responsable de las áreas de comunicación y educación de un museo, quizás he ido haciendo todo mal. No se preocupe, a estas alturas de mi vida y experiencia, ya no caigo fácilmente en estas trampas auto infringidas, pero sí me dan qué pensar.

Tengo muchos años de experiencia laboral y he aprendido que la teoría se diferencia mucho de la práctica y, sobre todo, que hay un dicho bien cierto: «lo mejor es enemigo de lo bueno». Muchas veces toca salir adelante con lo que tienes, y si con ello consigues hacer un museo más educador y más social y casi tocar lo mejor, que no es poco.

Quizás sea bueno recordar lo que ocurre en muchos equipamientos museísticos, donde aparte de las dificultades en la gestión que sufren todos en general, la falta de recursos humanos va más allá de ser preocupante. Como yo digo muchas veces, hay una o ninguna personas para ocuparse de todo; y cuando digo todo, es todo. Esto ocurre sobre todo en los que conocemos como “museos locales” (sean grandes en extensión y colecciones, o no). Yo misma me he responsabilizado de las áreas de comunicación y de educación, de las actividades y de otras sola desde 1998 a 2019, cuando a mediados de ese año pudimos ser dos personas en el área de educación. Ni les digo lo que aprendí de interdisciplinariedad positiva y  multidisciplinariedad. Claro que «el equipo» funcionaba de maravilla y no había problemas ni tensiones: yo, conmigo, nunca me peleo.

Por otro lado, y no me lo tenga en cuenta que ya sé que es feo hablar de dinero, ¿qué me decís de los presupuestos? En algunos museos no existe un presupuesto específico para la educación, se programa y diseña de «modo creativo» ¡Perdona el sarcasmo! Ahora en serio, puedo asegurar que se hace muy en serio, con mucha pasión y prestando mucha atención a la gran oportunidad que proporciona un patrimonio único, con una temática encantadora, que atrae por igual a pequeños y mayores con todo tipo de diversidad; se buscan colaboraciones con los centros educativos y con los CRP, con las entidades y organismos más cercanos como el ayuntamiento y, como en nuestro caso, con la Universidad Politécnica; se piden y utilizan hasta el último céntimo las subvenciones, se aprovecha toda la formación al alcance y se trabaja mucho.

¿Cómo sabemos si lo hemos hecho bien hasta ahora? No lo sabemos científicamente pero sí de forma empírica a través de las caras de satisfacción, de descubrimiento, de sorpresa, de agradecimiento, etc., y de las expresiones y manifestaciones directas de nuestro público.

¿Cuál sería la hoja de ruta ahora? Estaría muy bien poder seguir el máximo de puntos que propone el Manifiesto de El Museu Transformador.

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