Mónica Solanas; periodista, miembro del colectivo Datecuenta.
Buenos días. Voy a empezar presentándome. Soy Mónica, periodista y especialmente curiosa. Hace unos años tuve la gran suerte de conocer a Pere Viladot; hemos compartido muchos buenos ratos, muchos (que espero recuperar pronto covid mediante). En esos ratos nos hemos contado media vida y hemos coincidido en tantas inquietudes… Y ese compartir siempre genera nuevos motivos en los que volcar mi curiosidad.
Los museos; recuerdo cuando en el cole hacíamos salidas a museos. Era un día «guay» porque se rompía la monotonía de las clases, pero era un día «rollo» porque la mayoría de las veces, por no decir siempre, el docente no preparaba la visita con los alumnos y yo acababa con la sensación de no haber entendido nada. Al final, en mi imaginario, los museos se reducían a salas de exposiciones con vigilantes severos y profesores susurrantes que nos obligaban a callar constantemente. No, no me gustaba; era una experiencia fría, impersonal, me sentía apartada.
Con los años me licencié en Publicidad y Relaciones Públicas; más tarde en Periodismo. Fue entonces cuando descubrí que, a veces, los museos podían ser integradores, interesantes, cálidos, pedagógicos. El contenido de mis estudios hizo que me relacionara con «otro tipo de exposiciones»: sobre todo fotográficas. En muchas ocasiones, quien guiaba la visita era el propio autor de las imágenes expuestas, o personas formadas por él para realizar esa visita —como en CCCB, uno de los espacios donde más he disfrutado—. No tenía nada que ver con aquellas excursiones del cole, nada.
Al conocer a Pere, al escucharle hablar, pensé que por fin había coincidido con alguien que creía que otro tipo de museo era más que posible: necesario. Así que la existencia de El Museo Transformador no puede más que ilusionarme. El lenguaje, la comunicación, es una de mis herramientas básicas de trabajo. Y me apasiona. Y que el objetivo del colectivo sea «desarrollar y consolidar el lenguaje museográfico para ponerlo al servicio de la educación» me emociona profundamente.
Tengo la sensación de que el mundo ha cambiado a una velocidad impresionante; ver que se sigue trabajando para crear espacios educativos reposados, pensados, integradores, transversales, con equipos entusiastas y entusiasmados, ¡que quiere poner su lenguaje al servicio de la educación! Para mí es muy emocionante, ¡soy una convencida activista de la educación crítica y participativa (la cual practico y ejerzo)!
No quiero robaros más tiempo. Con este correo quiero adherirme a vuestro manifiesto, con el que me siento ampliamente identificada. Más allá de eso, contad conmigo para todo aquello en lo que pueda colaborar con este proyecto tan estimulante.
Un fuerte abrazo. Mónica.
Mónica representa al tipo de personas que nos gustaría tener como aliados en este camino que hace un año iniciamos el grupo de cinco colegas constituimos El Museo Transformador: aquellas que, sin ser profesionales o técnicos en o para los museos, los sienten como propios y los consideran un medio de comunicación para la transformación social.
El recuerdo de Mónica sobre los museos de cuando ella iba con el cole, por suerte se ha ido rompiendo a lo largo de los años. Muchos museos ya no son un rollo o sólo una excusa para romper la rutina escolar, los escolares que los visitan encuentran exposiciones interesantes y educadores que les ofrecen actividades sugestivas. Pero no sólo los escolares, cualquier persona puede descubrir en muchos museos, una oferta que les vincula emocionalmente con sus intereses y sus vivencias.
Pero no todo es tan bonito. Aún queda mucho camino por recorrer. Aún no hemos encontrado los secretos del lenguaje museográfico que conviertan a las exposiciones en elementos mediadores para la transformación intelectual de las personas que las visitan. Aún muchas de ellas son sólo un conjunto de objetos colocados en un lugar pensado en clave de decoración más que de narrativa. Atractivos sí, pero sin ofrecer ninguna historia interesante. Museos que aún no se plantean el poder de transformación social que deberían ejercer y que miden el éxito sólo por métricas que la pandemia ha desarmado.
Museos que aún no han encontrado la vía de diálogo entre lo tangible y lo virtual. Que no han roto las paredes departamentales. Que piensan ejecutivamente y no en clave estratégica. Que desean con muy buenas palabras en sus misiones, pero no evalúan si lo consiguen.
Así que, bienvenida Mónica; tu ofrecimiento de colaboración es para nosotros un acicate porque nuevos ojos desde fuera seguro que nos alumbrarán los nuevos caminos que debemos emprender.