Andrés Gutiérrez Usillos, conservador Museo de América, Madrid.
Andrés Gutiérrez Usillos. ¿Conservador? Vaya…, lo he escrito conscientemente con interrogantes porque, realmente, ¿qué es lo que yo conservo? ¿Los objetos, los materiales, los patrimonios, los saberes, los conocimientos, las memorias? Y más problemático aún, ¿para qué conservo lo que sea que yo conserve? Últimamente, quizá como consecuencia del confinamiento impuesto por causa del Covid-19, me da por preguntarme de todo, especialmente, en dónde radica la esencia de las cosas, lo verdaderamente importante, despojándolo ya de todos sus afeites. Así pues, ¿cuál sería la esencia de mi trabajo?, es decir, cuál es la finalidad última, el valor que yo podría aportar a la sociedad… Bueno, sospecho (o me gustaría pensar) que consiste en reflexionar (desde dentro del museo) y en provocar una reflexión externa que sirva de vía para el aprendizaje, el desarrollo, el crecimiento del individuo y de la sociedad. ¡Tremenda responsabilidad, si la aceptamos en su plenitud y de forma consciente! ¿Y cómo hacerlo entonces? El canal propio de los museos es la exposición, tal y como señala el manifiesto del Museo Transformador, si bien no es la única vía.
El manifiesto resulta inspirador, pues está repleto de elementos sugerentes, de palabras y temas clave, de renovados impulsos que en algún momento parece que fueron desconectados o apagados en los museos. Propugna, por ejemplo, la reactivación de la función social educativa y trascendente, es decir la ineludible vocación pública, el museo social e inclusivo, ya esbozado en la Mesa de Santiago de Chile (1972) o la nueva museología. Pero, ¿cómo es posible que sigamos planteando estas cuestiones casi cincuenta años después? La respuesta es obvia: porque nunca llegaron a materializarse realmente, quizá haya una resistencia pasiva al cambio o una falta de interés, o una inercia difícil de alterar, no sé. Lo que sí sé es que una cosa es aquello que a los museos nos gustaría ofrecer (véase, por ejemplo, el Plan Museos + Sociales del Ministerio de Cultura y Deporte[1]), otra distinta lo que se ofrece en función de los medios o intereses políticos y otra más, muy diferente de las anteriores, lo que el usuario está dispuesto a asimilar o compartir. ¿Dónde se pierde el impulso renovador? ¿Existen brechas por las que se escapa toda esa fuerza revitalizadora que sería necesario reparar? Quizás, en los museos estemos ya preparados para el cambio -desde hace tiempo, creo, lo estamos-, pero puede que la sociedad aún nos vea como espacios pasivos o neutros, y no como agentes de transformación y estímulo, como lugares de aprendizaje no formal, como un centro de reflexión y conocimiento, salvo excepciones, más allá de contenedores de cosas bonitas o viejas. Quizá hay que comenzar cambiando esta visión de lo que somos o podemos ser los museos, para legitimar estas acciones. Y ahí, el manifiesto, constituye un nuevo paso adelante.
También me entusiasma comprobar cómo en el manifiesto se prioriza la necesidad de la planificación estratégica y, en consecuencia, de la evaluación, pero sobre todo, la reivindicación de la investigación de los museos como tarea pendiente puesto que, lamentablemente, esta actividad ni siquiera es reconocida por la ley de la Ciencia, pese a estar incluida esta función en todas las definiciones habidas y por haber de la institución del museo. Y no resulta suficiente la concesión de última hora, añadida de manera condescendiente en la disposición adicional decimocuarta, y que considera a los museos únicamente como agentes para la difusión de las tareas de investigación que desarrollan las otras instituciones que juegan en la primera división de la investigación en España. La tarea de la investigación es esencial en la institución, en todos los ámbitos de la misma, y debe asumirse así desde dentro y desde fuera… pero es una asignatura pendiente que me temo que tardaremos mucho tiempo en aprobar, aunque, como en el manifiesto del museo transformador, es necesario reivindicar en cada ocasión que se presente.
Y todo lo anterior nos lleva a otro de los paradigmas expresados en el manifiesto, con el que no puedo estar más de acuerdo y con el que cierro esta reflexión, que iniciaba con esa pregunta sobre el trabajo a desarrollar. El museo es un espacio de conocimiento, indudablemente. Entonces, debo investigar para generar conocimiento, debo conservar el conocimiento pretérito, exótico, exógeno, endógeno, etc., que se ha materializado en los objetos que “conservo” y debo comunicar a partir de la exposición y, además de procurar exaltar la parte estética que parece parte consustancial del museo, mostrar las claves para entender el mundo que nos rodea hoy, para apreciar esa belleza, para entender y reubicarnos en el entorno circundante como individuo o como sociedad, abriendo los horizontes mentales, a través de la diversidad, el diálogo, la creación de conciencia crítica… en fin… léanse el manifiesto.
Gracias Museo Transformador por reactivar, motivar y provocar la reflexión.
[1] http://www.culturaydeporte.gob.es/museosmassociales/presentacion.html
A veces hay quien piensa que en El Museo Transformador no estamos interesados en la conservación. Por supuesto que lo estamos, desde el momento en que preconizamos la importancia de los objetos tangibles (y los fenómenos tangibles) como recursos básicos de comunicación del lenguaje museográfico. Lo que creemos que ha cambiado es la función de esas colecciones. Si en el museo tradicional la colección se visitaba como un fin en sí misma, ahora la colección deviene un medio de comunicación al servicio de una intención educativa. Es decir, no es que la colección ya no sirva, es que ahora y con este uso como medio para comunicar, resulta más útil aún si cabe. Este cambio de enfoque pensamos que es justamente lo que define al museo contemporáneo.
Creemos que las dificultades de despegue que señalas -y que permitirán a los museos ocupar los espacios de liderazgo cultural a los que estamos convencidos de que están llamados- tienen su origen en diversos motivos. Seguramente uno de los más relevantes corresponda a las dificultades para instaurar toda una profesión ad hoc (que vaya más allá de una mera dedicación). Una profesión que disponga de sus canales formativos propios y autónomos, y que permita disponer de profesionales que puedan cubrir en su totalidad y de modo transversal, todo lo que hoy se espera del museo contemporáneo.
Coincidimos en tu enfoque sobre la investigación. Investigar es el único modo de desarrollar una disciplina. Es básico investigar regularmente sobre las posibilidades del lenguaje museográfico, del mismo modo que otros lenguajes hacen de modo sistemático ¿Qué sería del cine contemporáneo sin los que exploraron las posibilidades del lenguaje cinematográfico como Méliès, Hitchcock o Dogma 95? Nosotros incluso nos atrevemos a llamarlo I+D+i museístico.
Andrés: gracias a ti por tu entusiasmo y soporte y seguimos en contacto.